Luego de haber leído la
entrevista al señor Ziley Mora hecha por la revista Las Magas, llamada
En el léxico mapuche, no existe la negación, me siento en el deber ético de
reivindicar la falsa información que en ella he leído. Me parece indignante
–debo confesar– que este señor presente información falsa y tergiversada de
manera irresponsable. Digo irresponsable, porque luego esa información es
esparcida como si fuente fidedigna para construir nuestro (des)conocimiento. El
saber se construye como las paredes, donde un ladrillo se apoya sobre otro; no
podemos construir una pared sobre ladrillos de fantasía. Me parece lamentable;
mal que mal, hubiera sido fácil verificar la veracidad de la (des)información que
él nos entrega. Basta con consultar a cualquier hablante de mapudungun, o con
revisar una de las tantas fuentes que se encuentran de forma gratuita en
internet y que son de libre acceso, como el sitio web
Memoria Chilena.
Me parece una burla a nosotros
los lectores, y una falta de respeto hacia los Mapuche, sobretodo a aquellos
que han dedicado sus vidas a transmitir, mantener, revivir y hacer valer su
idioma. Entre esos Mapuche también se cuenta un grupo que no sólo son hablantes
nativos, sino que además son lingüistas profesionales. Ellos han tenido la
valentía de abandonar sus hogares para ir a estudiar lejos, la paciencia de
enseñarnos, y la fuerza, el amor y la dedicación para escribir numerosos libros
sobre su lengua que –me atrevería a pensar– este señor ni siquiera ha abierto.
Que quede claro, no pretendo
aquí criticar su idea de base sobre la ontoescritura, método que me parece
bastante válido y por lo demás hermoso. Tampoco su –tal vez– buena intención de
hacernos amar y revalorar la cultura Mapuche y nuestras raíces, de
reconciliarnos y reencontrarnos con nosotros mismos. Sólo quiero desmentir los
conceptos equivocados que ha esparcido sobre la lengua Mapuche, que reflejan su
evidente desconocimiento de la lengua sobre la que pretende darnos cátedra. Uno
es libre de creer lo que quiera, pero para escribir y vender libros etiquetados
como académicos, uno debe hacerse responsable, confirmar, verificar y validar
lo que publica, porque eso puede tener repercusiones graves. Lo que puede
parecer una fantasía inocente –tal vez en un afán por vender más– puede ser
bastante dañino para las personas que pertenecen a esa cultura, sobre todo
cuando estas fantasías son luego tomadas como fuentes de información seria.
Cabe indicar que los ejemplos a
los que me referiré en este texto son todos sacados de la autobiografía de
Pascual Coña, hablante nativo de Mapudungun, recopilada y transcrita en el año
1930 por el padre E. de Moesbach. Preferí hacerlo así, porque de esta manera la
gente podrá comprobar fácilmente su veracidad (el texto completo está disponible
de forma gratuita en el sitio Memoria Chilena). En algunos casos, a continuación
de cada ejemplo colocaré la versión afirmativa de la misma frase, para
comprender mejor cómo funciona la negación en el Mapudungun. Para hacer la
lectura más fluida, utilizaré el Alfabeto Unificado, propuesto en el año 1986
para la escritura de dicho idioma, con dos ligeras modificaciones: la grafías
<lh> y <nh> para los fonemas interdentales, que el alfabeto
unificado representa con las letras subrayadas <l> y <n>,
respectivamente; y la grafía <ŋ> en lugar de la combinación <ng>
que utiliza el alfabeto antes mencionado. Las reglas gramaticales que expondré
pueden ser verificadas en los libros listados en la sección “obras consultadas”
al final de este documento.
1. La negación en la lengua Mapuche
El Mapudungun, como toda lengua
natural, tiene sus propias reglas gramaticales que la hacen única. Bajo este
principio podemos decir que algunas de sus reglas pueden parecerse a las del Castellano,
mientras que otras pueden ser diametralmente diferentes. El Mapudungun es,
entre otras cosas, una lengua bastante rica en formas de expresar la negación.
Que estas formas sean distintas a las del Castellano no significa que no
existan, significa simplemente que se expresan de otra manera, tal como veremos
a continuación.
1.1. La partícula negativa nu
La forma más simple de negar en
Mapudungun es con la partícula nu (a
veces pronunciada no). Aunque para
algunas personas podría parecer que se trata de un préstamo del Castellano, no
es así. Ya en la primera gramática escrita sobre la lengua Mapuche, compuesta
por el padre Luis de Valdivia en el año 1606, aparece mencionada. Sirve para
negar sentencias.
- Iñche
ñi kulliñ nu tüfa.
Esos no son mis animales.
+ Iñche
ñi kulliñ tüfa.
Esos son mis animales.
- Welu
che nu tüfa.
Pero esas no eran personas.
+ Welu
che tüfa.
Pero esas eran personas.
- Chem
kulliñ nu rume, ruka nu rume, che nu rume.
Ni siquiera un
animal, ni casa, ni persona.
+ Chem
kulliñ rume, ruka rume, che rume.
Cualquier animal, o casa, o persona.
1.2. El infijo negativo -nu-
Sirve para negar verbos no
finitos, es decir, verbos que no están conjugados en cuanto a persona y tiempo.
Entre estos verbos se cuentan aquellos que están en modo infinitivo, modo
optativo, o que expresan finalidades.
- Ñi küme
machiŋenuael.
Para que yo no sea una buena machi.
+ Ñi küme
machiŋeael.
Para que yo sea una buena machi.
- Ta ñi
yewenŋenuam.
Con tal de que yo no pase vergüenza.
+ Ta ñi
yewenŋeam.
Con tal de que yo pase vergüenza.
- Petu ñi
inun eŋün resalkünuŋekeyŋün.
Cuando aún no han comido suelen ser
puestos a rezar.
+ Petu ñi
in eŋün resalkünuŋekeyŋün.
Cuando aún están comiendo suelen ser puestos
a rezar.
1.3. El infijo negativo -la-
Este sufijo negativo es la forma
más común de expresar oraciones negativas en Mapudungun, a pesar de que su uso
está restringido a verbos en modo indicativo, es decir, aquellos que están
conjugados en tiempo y persona.
- Pepileflay
ŋürü.
No pudo escapar el
zorro.
+
Pepilefi ŋürü.
Pudo escapar el zorro.
- Welu petu
eluŋelan feychi wüne kimpeyüm chillka.
Pero aún no se me entregaba este
primer libro de aprendizaje.
+ Welu
petu eluŋen feychi wüne kimpeyüm chillka.
Pero aún se me entregaba este primer libro de
aprendizaje.
- Inaduamlafuyŋün.
Ellos no reflexionaban.
+
Inaduamfuyŋün.
Ellos reflexionaban.
1.4. El infijo negativo -ki-
Esta forma de negación se
utiliza en las frases imperativas negativas o prohibiciones. Combinada con la
partícula negativa -nu-, agrega un
matiz aún más fuerte a la prohibición.
- Konpakilmün!
¡No entren!
+
Konpamün!
¡Entren!
- Wesa konümpamukili.
No vengan a hacerme
entrar en desgracia.
+ Wesa konümpamuchi.
Vengan a hacerme entrar en desgracia.
- “Femkinueli,
kullian” – pi ŋürü.
“Ni se te ocurra hacerme eso, pagaré”
– dijo el zorro.
+ “Femen,
kullian” – pi ŋürü.
“Hazme eso, pagaré” – dijo el zorro.
1.5. La partícula negativa mü.
Si bien es una expresión
prácticamente en desuso hoy en día, porque suele ser reemplazada por la
expresión felelay “no es así”,
antiguamente era común utilizarla como respuesta para negaciones simples.
- “Mü,
felelaay” – pi ŋenh fotüm.
“No, no será así” – dijo el padre.
+ “Feleay
may” – pi ŋenh fotüm.
“Sí, así será” – dijo el padre.
- Mü,
felelay; niey ta düŋu mi konha, nüfiñ kiñe dallukafe mew.
No, no es así, tu
mocetón tiene un asunto, lo tomé de un testigo.
+ Feley
may; niey ta düŋu mi konha, nüfiñ kiñe dallukafe mew.
Sí, así es, tu mocetón tiene un asunto, lo
tomé de un testigo.
2. Traducciones extrañas
A continuación veremos algunas
frases mencionadas en la entrevista, las cuales fueron malinterpretadas por el
entrevistado dando lugar a traducciones bizarras.
2.1. “Tu amor murió a mis ojos”
Una frase que aparecía en el
artículo era ŋelay ayün, que el autor
traduce a algo así como “tu amor murió a mis ojos”. A primera vista la
traducción me descolocó, pues esa frase significa simplemente “no hay amor”, y
no entendía qué tenían que ver los ojos y la muerte. Luego comprendí la
naturaleza de su malentendido: pasa que el autor condundió la frase ŋelay ayün con ŋe lhay ayün, donde ŋe
significa “ojo(s)”, lhay significa
“murió” y ayün significa “amor”. El
detalle está en que se interpretó la palabra ŋelay, que significa simplemente “no hay”, como dos palabras: ŋe lhay. Pero no sólo creyó ver dos
palabras donde hay sólo una, sino que además confundió el fonema /l/ “l
alveolar” de palabras como ŋelay “no
hay”, küla “tres” y küpalün “traer” con el fonema /lh/ “l
interdental” que hay en palabras como lhan
“morir”, lhafken “lago” y alhü “mucho”. Para terminar de explicar
el malentendido, aunque la frase hubiese sido efectivamente ŋe lhay ayün, su construcción gramatical
es incorrecta y, a menos que nos queramos hacer entender de forma rudimentaria,
dicha oración no significa nada.
Ahora, ¿cómo podemos asegurar
que esa partícula negativa -la- (que
ya mencionamos en la sección anterior) no tiene nada que ver con el verbo lhan “morir”?. Primero, porque las
sílabas -la- y lha- se pronuncian distinto. Segundo, como habíamos dicho antes, la
forma que toma la negación cambia de -la-
a -nu- o -ki- en algunos contextos gramaticales. Analicemos los siguientes
ejemplos en los que aparecen las formas ŋela-
y ŋenu-:
- Chadi ŋelafuy
feychi mew.
No había sal en ese
entonces.
- Kom
wüday che, ŋewelay trawün, amukilmi.
Se dispersó toda la gente, ya no hay
junta, no vayas.
- Ŋenuyüm
tromü, fey punh mew mütewe llifüdwey tüfachi waŋülhen.
Cuando no hay nubes, entonces en la
noche brillan muchísimo estas estrellas.
- Fanten
mew may ñi ŋenuam wesa düŋu.
Para que en adelante, pues, no hayan
malos asuntos.
-
Entrikey kulliñ ŋewenuchi kachu.
Se debilitan los animales por ya no haber
pasto.
- Ŋenulu
pire ka fütra traŋliñ, fey “domo tripantu” piŋekey.
Aquellos en los que no hay nevazones
ni fuertes heladas se llaman “año femenino”.
Segundo, analicemos las
siguientes frases en las que aparece la raíz lha- “morir” junto al negativo -la-:
- Fewla
tüfa kutranküley, welu iñchiñ iñ duam moŋepe! Lhalaay.
Ahora éste está enfermo, pero por nuestra necesidad,
¡que viva! No morirá.
- Tüfachi
ad ñi fotüm moŋeperkeafuy? Lhaperkelay?
¿En esta foto mi hijo estaría vivo, acaso?, ¿no
murió, por casualidad?
- Feychi
malon mew lhaŋümuwkelafuyŋün.
En esos malones no solían matarse
los unos a los otros.
- Iney nu
rume lhayelay ñi lladkün.
No se muere nadie de tristeza.
Basta con poner atención a cada
frase para darse cuenta de sus estructuras. En todas aparece la raíz lha- junto con la partícula -la-. Si ambos morfemas fuesen el mismo,
¿deberíamos analizar la palabra como “murió la muerte”?. Es más, la partícula
negativa -la- (como dije en la
sección anterior) existe sólo cuando el verbo está en modo indicativo. Veamos
otros ejemplos en los cuales vuelve a aparecer la raíz lha-, pero la forma que toma la partícula negativa cambia:
-
Füreniemuaiñ ta ñi pekan lhanuael kutran.
Favorécenos para que el enfermo no muera
en vano.
- Doyŋey
kam lhaael kutran? Lhakinulpe!
¿O sería mejor que muriera el enfermo?, ¡por
favor, que no muera!
- Fey may
nütramyepuafiñ wenu mapu, piken may, petu ñi lhanun mew fachi anhtü.
De cada una de esas cosas hablaré en el
cielo, digo, claro, porque hoy día aún no he muerto.
Creo que con estos ejemplos
debería quedar más que claro que la partícula de negación no tiene nada que ver
con el verbo “morir”, y que la partícula -ŋe-
no tiene nada que ver con los ojos. La lingüista mapuche Elisa Loncon dedica un
capitulo completo de su libro Morfología
y Aspectos del Mapudungun a analizar el origen y evolución de la partícula -ŋe-. También la lingüista María Catrileo, en su libro La Lengua Mapuche en el Siglo XXI, nos da una descripción de cada tipo de negación. Conociendo la gramática de la
lengua Mapuche, puedo ofrecer el significado original de la frase, y ver como
cambiaría bajo diferentes condiciones:
- Ŋelay
ayün: no hay amor.
- Ŋelafuy
ayün: no había amor.
-
Ŋelaafuy ayün: no habría amor.
- Ŋewelay
ayün: ya no hay amor.
- Ŋelaay
ayün: no habrá amor.
-
Ŋewelaay ayün: ya no habrá amor.
- Ŋenule
ayün: si no hay amor.
-
Ŋenufule ayün: si no hubiese habido amor.
- Ŋenulu
ayün: cuando no hay amor.
- Ŋenuyüm
ayün: donde no hay amor.
- Ŋenumum
ayün: donde no había amor.
- Ŋenuam
ayün: para que no haya amor.
- Ŋenun
ayün: no haber amor.
- Ŋenuel
ayün: que no haya amor.
- Ŋekilpe
ayün!: ¡que no haya amor!
2.2. “El que le habla al alma”.
En otra sección de la
entrevista, aparece traducida la palabra ampife
como “médico”, pero se va más allá y se intenta dar una interpretación que,
según el entrevistado, significa “el que le habla al alma”. Bajo esta
interpretación, Mora dice reconocer los elementos am (alma), pi- (decir) y -fe (persona que se dedica a una
actividad). Esta historia podría ser muy interesante, si no fuera porque no
tiene cabida bajo las reglas gramaticales de la lengua mapuche. En otras
palabras, si bien los elementos por separado portan esos significados, para
juntarlos en una sola palabra requerirían ciertas condiciones que en este caso
no cumplen. La primera de estas condiciones es el orden de las palabras, pues,
si bien el Mapudungun se sirve de la incorporación nominal para inventar nuevos
verbos (tal como lo hacen otras lenguas), los elementos incorporados suelen ir
a la derecha de la raíz, jamás a la izquierda:
- Feychi
pu loŋko pürakawellküleyŋün.
Estos loncos están montando a caballo.
· Püran = montar.
· Kawell = caballo.
·
Pürakawellün = montar a caballo.
- Ñi müleel
feychi konfentu mew kintuküdawün waria mew.
Mientras estaba en aquel convento fui a
buscar trabajo a la ciudad.
· Kintun = buscar.
· Küdaw = trabajo.
·
Kintuküdawün = buscar trabajo.
- Koni ñi
lhaŋümufisan eŋün.
Ellos comienzan a matar ovejas.
· Lhaŋümün = matar.
· Ufisa = oveja.
·
Laŋümufisan = matar ovejas.
Por otro lado, en el libro Morfología y Aspectos del Mapudungun, Elisa Loncon hace diversos análisis sobre la incorporación
nominal en el Mapudungun, en el que nos muestra que no todas las palabras
permiten dicho fenómeno. En uno de sus análisis pone especial énfasis a los
vocablos püllü, alwe y am, todos con un significado que podría acercarse a “alma” o
“espíritu”. Precisamente, una de las cosas que nos cuenta en ese análisis es
que las palabras püllü y alwe pueden ser
incorporadas a los verbos, pero la palabra am
no admite ese fenómeno. Los ejemplos que ella nos da como válidos son pu kalku mütrümalwekey renü mew "los brujos llaman al espíritu en el aquelarre" y mütrümpüllükeiñ wiŋkul mew "llamamos al espíritu en el cerro". Como contra ejemplo nos da una frase *incorrecta* que corresponde a mütrümamkeiñ mawida mew "llamamos al espíritu en la montaña". Como dato suplementario, de los elementos del ritual
funerario Mapuche es el amulpüllün
“enviar el alma”:
- Eymi amulpüllüafimi
tüfachi lha.
Tú despedirás el alma de este difunto.
· Amulün = enviar.
· Püllü = alma.
·
Amulpüllün: enviar el alma.
- Renü mew
mülellefule ta ñi am, ditulmetuafiiñ.
Aunque su alma esté en la cueva misma
de un brujo, la recuperaremos.
Ya conociendo esta dinámica, y
sabiendo de antemano que la palabra am
no puede ser incorporada a un verbo, ¿no parece extraño que la palabra ampife lleve el elemento am al inicio, y no dentro del verbo como
debería ser?. La respuesta es bastante simple: ¡no es una palabra propiamente
mapuche!, sino que se trata de un préstamo del Quechua. La palabra para
“médico” en Quechua sí que es hampiq,
derivada de la raíz hampi- (curar), donde
la -q final cumple la misma función
de la terminación -fe del Mapudungun,
es decir, “persona que se dedica a”. Es más, aparte de hampiq (curandero) hay numerosas voces quechuas que derivan de ella,
como hampikuy (curarse), hampichiy (hacer curar a otro), hampimuyki (vengo a curarte), hampichun! (¡que se cure!), hampitamuy (curarse de casualidad), etc. Al carecer el Mapudungun del fonema
/h/, éste simplemente desaparece al ocurrir el préstamo y la raíz pasa de hampi- a ampi-, siguiendo los cambios fonéticos básicos que sufre cualquier
palabra que penetra al Mapudungun. Alguien me va a decir: “¿pero cómo va a
pasar una palabra del Quechua al Mapudungun?”. Pues, no tiene nada de raro y no
debe sorprendernos, ya que antes de la llegada de los Españoles el contacto
entre los Inca y los Mapuche fue bastante intenso, y hay muchas palabras
mapuches que provienen del Quechua, tales como challwa (de challwa,
pez), achawall (de atawallpa, gallo), chillka (de qillqa,
diseño), wampu (de wanpu, canoa), pütra (de patra, vientre), posko
(de pusqu, levadura), kamañ (de kamayuq, el que ejerce cierto oficio), kamarikun (de kamarikuy,
una celebración), y la lista podría continuar.
2.3. “El dueño”
Si bien el error que aparece en
esta sección no es grave, aprovecho el vuelo para corregir esta pequeña
confusión que el autor de la entrevista hizo sobre dos términos distintos: ŋenh, que se refiere al “dueño o al
guardián de algo”, y el verbo ŋünen
que significa “gobernar, mandar o regir”. Efectivamente, en la cosmología
mapuche se habla mucho de los ŋenh,
como por ejemplo el Ŋenh Ko “el
Guardián del Agua”. Sin embargo, quien rige a los humanos no es un ŋenh, sino Ŋünechen. Si seguimos la explicación de la sección anterior,
podemos desglosar la palabra a partir del verbo ŋüne- “regir” y el elemento incorporado che “gente”. También en la autobiografía de Pascual Coña aparecen
numerosos ejemplos de estos términos:
- Welu feychi
ŋenh ñawe, iñche ñi yom cheche, kimpalafwiñ.
Pero al padre (lit. “dueño de hija”)
de ella, mi bisabuelo materno, no llegué a conocerlo.
- Kiñe
Padre, ŋenh chaw emürke, tranapufuy ŋümapelu.
Un Padre, que resultó ser hijo (lit. “dueño
de padre”) del difunto, cayó al suelo en llanto.
- “Ŋelay ŋenh
ruka” – pikefuy müten.
“No está el dueño de casa” – decía no
más.
- Feychi
pu domo ŋenhke palin mekekey ñi dewman challa korü.
Estas mujeres organizadoras del palin
solían ocuparse en preparar las ollas de caldo.
- Wüne
mütrümürkefi ta iñ poyen ñidol loŋko Wakiñpaŋ ŋünenielu Kollilewfü.
Primero llamó a nuestro querido líder lonco
Huaquinpán que tenía bajo su mando a Colileufú.
- Feychi
mew ñidolkünuŋefun ñi ŋüneafiel tüfachi kom iael.
En ese entonces había sido designado jefe
para administrar toda esa comida.
- Küme Ŋünechen,
fey may machilaenew, ta ñi küme cheŋeam.
El Buen Regidor de los Hombres, él,
pues, me hará machi, para que yo sea buena gente.
- Kisu ŋünewtukefuyŋün.
Ellos solían gobernarse solos.
- Fey ŋünekefuy
kom ruka mew mülechi che.
El comandaba a todas las personas que
vivían en la casa.
- “Machiŋeaymi”
– pienew Wenu Mapu Ŋünechen.
“Serás Machi” – me dijo el Regidor de los
Hombres en el Cielo.
- Pimeafimi
ñi pu loŋko ñi ŋünefiel.
Irás a decirles a los que son subordinados
de sus loncos.
- Eymi
lelinieen, eluŋillatunen; kisu ñi ŋünewün machifuli, fewla kimlaafun
tüfachi ŋillatun.
Tú me tienes bajo tu mirada, me diste el
guillatún; si yo me hubiese hecho machi por mí propia voluntad, ahora no
conocería estos guillatunes.
- “Ŋünechen”
ka “Ŋünemapun” piŋefuy kay.
“Regidor de los Hombres” o “Regidor
de la Tierra” se llamaba también.
Para terminar
Creo que debemos mirarnos al
espejo y amarnos por lo que somos, no podemos crear una imagen de nosotros mismos
en base a una fantasía. Es como cuando en Chile tratábamos de construirnos a
imagen y semejanza de un idealizado europeo: grande, rubio, esbelto e
intelectualmente superior. Ahora nos miramos y nos reímos de lo ridículos que
fuimos. Y, sin embargo, esto es lo mismo pero del otro lado. En nuestro intento
por reivindicar nuestras raíces y nuestra cultura hemos caído en un indigenismo
fantasioso, donde se construye una imagen de nuestros pueblos pre-colombinos como
un Jardín del Edén, con una imagen totalmente idealizada de lo que nos hubiera
gustado ser. Cuando nos idealizamos ya no queda cabida para la autocrítica, y
caemos en el mismo juego racista que tanto aborrecíamos, la única diferencia es
que quedamos en el otro equipo. No necesitamos todos esos velos, amémonos por
lo que somos: personas, con todos sus defectos y virtudes, aciertos y errores. El
Mapuche es, antes que cualquier cosa, una persona, con todo lo que ello implica;
y el Mapudungun es un universo maravilloso, no necesitamos disfrazarlo de lo
que no es para poder admirarlo. Finalmente, cada uno es libre de creer lo que
quiera, pero si vamos a escribir libros “académicos” entonces hagámoslo bajo
las reglas de la academia y no del new
age.
~ Amaru
Obras consultadas
• Morfología y Aspectos del Mapudungun, Elisa Loncon, 2011.
• La Lengua Mapuche en el Siglo XXI, María Catrileo, 2010.
• A Grammar of Mapuche, Ineke Smeets, 2007.
• Mapudungun. El habla Mapuche, Fernando Zúñiga, 2006.
• Diccionario Lingüístico-Etnográfico de la Lengua Mapuche, María Catrileo, 1995.
• El Mapuche o Araucano, Adalberto Salas, 1992.
• Idioma Mapuche, Ernesto de Moesbach, 1962.
• Vida y costumbres de los indígenas araucanos en la segunda mitad del siglo XIX, presentadas en la autobiografía del indígena Pascual Coña, Ernesto de Moesbach, 1930.
• Diccionario Araucano-Español y Español-Araucano, Félix José de Augusta, 1915.
• Gramática Araucana, Félix José de Augusta, 1903.
• Gramática de la Lengua Chilena, Andres Febres, 1846.
• Arte, y Gramatica General de la Lengva qve corre en todo el Reyno de Chile, Luis de Valdivia, 1606.