Mari mari kom pu weṅüy,
Fachi antü nentupan tüfachi ramtukawün ta in ülkantufe lamngen Karen Wenvl [Wenül] eyu. Mufü tripantu zewma kimpafin. Mapuche züngun mew ülkantukey, fey mew ta rume ayüfin. Wunetu allkütulelaeymün fey ñi kiñe ülkantun chaliken pingelu (petu allkülmün ñi küzaw, allküaymün), inatu elkünuan ta yu ramtukan.
Fachi antü nentupan tüfachi ramtukawün ta in ülkantufe lamngen Karen Wenvl [Wenül] eyu. Mufü tripantu zewma kimpafin. Mapuche züngun mew ülkantukey, fey mew ta rume ayüfin. Wunetu allkütulelaeymün fey ñi kiñe ülkantun chaliken pingelu (petu allkülmün ñi küzaw, allküaymün), inatu elkünuan ta yu ramtukan.
Mari mari lamngen, eymi rume tuteymi ta mi ülkantun, chumül ka chumngechi am kimtuymi ülkantuael?
Hola hermana, cantas de forma muy armoniosa, ¿cuándo y cómo desarrollaste esta virtud?
Mañum, lamngen (gracias, hermano). Mis recuerdos de primera infancia son en el jardín de mi casa, mirando bichitos, jugando e inventando canciones. Y cuentan que a los cuatro años hablaba de querer ser cuando grande “música y mágica”. Estas vivencias hicieron conectarme con los niños desde mis inicios formativos, dedicando parte de mis creaciones al trabajo con ellos, y me impulsaron a trabajar en el desarrollo del lenguaje de niños con necesidades especiales.
Años más tarde, luego de ir a territorio mapuche a visitar a unos tíos abuelos, tuve un sueño revelador: me vi como adulta, con vestimenta mapuche mirando un valle, cantando y tocando el kultrung (tambor ceremonial mapuche).
Sin tener mucho contacto con la cultura de mis ancestros, estudié canto lírico en la Universidad de Chile y ahí, para una cátedra, decidí investigar sobre la música mapuche.
Fue en ese contexto que llegué a un Ngillatun (ceremonia mapuche de rogativa). Al escuchar el kultrung de la machi (sanadora mapuche) por primera vez sentí un escalofrío, y olvidando mi trabajo de campo me incorporé al pürun (baile) como si éste fuera parte de mi ser. Ahí comenzó una maravillosa e inagotable sed de kimün (conocimiento): mi vida había cambiado para siempre.
Como los ancestros nos hablan en pewma (sueños) y nos entregan ngülam (consejos), me mostraron el camino para dejar de ser sólo descendiente de mapuche y recuperar mi mapuchengen (ser mapuche). Comencé un largo camino de aprender con mi gente, pu papay (las señoras) pu chachay (los señores) y pu lamngen (los hermanos), que generosamente comenzaron a darme todo lo que me había sido negado producto de la historia. Reencontrarme con mi pueblo, recuperar mi lengua, costumbres y sobre todo nuestra cosmovisión milenaria.
Nepeley ta Mapuche Ṅewen
(La Fuerza Mapuche está Despierta)
Chem nütram kay küpa wülimi ta mi ülkantun mew?
¿Qué mensaje quieres entregar con tu canto?
En una oportunidad recibí un mensaje que me llegó en pewma. Justo antes de despertar, una papay me decía: “para eso Usted debe cantar, para contar quiénes somos los Mapuche y lo que nos pasa”.
En 2009, luego del asesinato del comunero mapuche Jaime Mendoza Collio, quien perdió la vida en el contexto de una recuperación de tierras, me sentí llamada a ser parte activa de la lucha de mi pueblo, pero desde mis armas: la música, el canto. Este debía ser el medio para contarle al mundo quiénes somos los mapuches, hablarles de nuestra espiritualidad que ha sostenido nuestra resistencia como pueblo por más de 500 años.
La primera opción política fue cantar en mapudungun, como lo hacen varios hermanos y hermanas, para recuperar la lengua que a nuestros ancestros les fue prohibida. Para eso tuve que cultivar la lengua, y sigo en ese proceso en un permanente aprendizaje.
Contar de un pueblo milenario, que tiene una historia, una memoria… yo le pongo voz a ese sentir. Soy intérprete de una creación mágica, que llega en pewma o frente al ŀafken (mar), de un mensaje que necesita ser comunicado, que tiene que ver con la justicia, con el recuperar el ser che (persona), el ser Gente, dueños de nosotros mismos, y volver a ser gente de la tierra.
Soy intérprete de una creación mágica, que llega en pewma o frente al ŀafken. |
Chumkeymi kay fewla?
¿En qué estás ahora?Actualmente me encuentro en París becada por el Institut Français, realizando una Residencia Artística, en las Résidences Internationales aux Recollets. Estoy trabajando en una segunda creación junto a Olivier Meyrou y Matías Pilet para el Teatro “Le Monfort”. Se trata de una obra de Teatro Experimental, de inspiración mapuche, llamada Choyün (brotar) y que es la continuación de la obra Tú estrenada este año y presentada con bastante éxito a nivel internacional. También aprovecho mi estadía en este territorio para visibilizar la lucha del pueblo mapuche, explicando desde mi arte la espiritualidad que sostiene nuestra resistencia como pueblo milenario, así como también denunciando la criminalización de nuestras demandas por parte del estado, los allanamientos, los montajes y la prisión política que sufren mis hermanos y hermanas.
Chumaymi kay wüla?
¿Y qué harás luego?
Apenas regrese a mi mapu (tierra), retomaré uno de mis más amados proyectos, se trata de un trabajo con niñas y niños que vengo realizando desde hace tres años. Es un método de aprendizaje del mapudungun articulado a elementos de la cosmovisión mapuche, de forma conjunta y donde su conector es el canto.
Este método constituye en sí un modelo educativo, porque la actividad enseñanza-aprendizaje del mapudungun se sustenta en la forma en la que los mapuche entendemos la relación que tenemos con nuestra Mapu Ñuke (Madre Tierra) y las energías existentes en ella. Y en función de esta cosmovisión se desarrollan herramientas específicas y materiales educativos que son entregados a través del canto, el trabajo psicomotriz y el cuentacuento.
Este proyecto surge después de haber visto cómo se trabaja la interculturalidad en las escuelas. Te das cuenta de que no responde a lo que verdaderamente se necesita para mantener vivo el mapudungun y la cosmovisión de nuestro pueblo, sobre todo en contextos urbanos, de marginalidad y de pobreza. Tomo la memoria musical ancestral y la esencia del saber tradicional mapuche, y a través de ello revitalizo el uso del mapudungun, en el contexto preescolar como un acto de justicia al sector más vulnerado de Chile: los niños, y sobretodo los niños mapuches. Además, los niños mapuches urbanos suelen estar sacados de su contexto cultural: lejos de las tierras de sus familiares, y privados de la inmersión lingüística.
Es por esto que también estoy aprovechando mi paso por estas tierras para poder aprender de las experiencias de otros pueblos, conocer cómo lo han hecho –por ejemplo– nuestros hermanos vascos, bretones, entre otros, en la revitalización de su patrimonio lingüístico y sus culturas. Además, entre lenguas distintas a las indoeuropeas como el mapudungun y el euskera existen tantas hermosas similitudes, como el espíritu de cada palabra, cada fonema, cada sonido. Y por qué no, poner al servicio de esas prácticas, este método que estamos desarrollando con satisfactorios resultados con niñas y niños mapuches en Chile. Se ha implementado como un plan piloto en un establecimiento educacional de preescolares en una comuna de Santiago, y esperamos replicarlo a otras localidades, en otras escuelas, y sumar a más niños a esta experiencia, para lo cual estamos en la búsqueda de la articulación a organizaciones internacionales que nos permita sustentar el apoyo económico y técnico para que esta iniciativa prospere.
Chem mew am zoy küzawngey ta mi femken?
¿Cuáles han sido los mayores obstáculos en el desarrollo de tu propuesta?
La folclorización y subvaloración de mi quehacer en Chile, la tendencia a creer que mi trabajo es una pieza folclórica de “uno sus pueblos indígenas”, y no el de una creadora, educadora y cantante mapuche, que a través de su arte busca preservar y compartir el invaluable saber de todo un pueblo. Es la realidad de muchos de mis hermanos, especialmente los que revitalizamos las expresiones espirituales y culturales de nuestros kuyfike che em (ancestros). A través de estas expresiones, como es en mi caso el canto, manifiesto –entre otras cosas– la enorme desolación y la rabia frente al asesinato impune de nuestros weychafe (guerreros) que luchan por la autonomía y la recuperación del territorio mapuche, a manos de las fuerzas represivas del Estado chileno.
Por otro lado, existe una insistencia del mismo Estado en subordinar las diversas culturas existentes en su territorio en favor de su “desarrollo” y de su cultura hegemónica, y a la vez minorizarlas e instrumentalizarlas. También aludiríamos a la precaria concepción que existe de la educación intercultural, o quizás nos referiríamos a la falta de condiciones materiales tales como tiempo, espacio, energía, organización, y que también derivan causalmente de las relaciones de poder político que impiden el desarrollo de nuestra cultura.
Chumafuymi ta mi montulael ti mapuzüngun ka ti mapuche azmongen?
¿Qué harías para salvar el mapudungun y la cultura mapuche?
Primero que todo, considero la recuperación de la lengua como un proceso colectivo y entre todos los actores sociales mapuches, en el campo y en la ciudad, en las poblaciones y en la academia, debemos luchar por recuperar la importancia que merece el mapudungun. Y en este caminar, que es un trabajo que hago desde el año 2010, he identificado dos aristas: una propuesta micro y un efecto macro que convergen en un mismo sujeto, en este caso en los niños, quienes poseen una tremenda sensibilidad y capacidad de asombro al encontrarse en esta etapa de descubrimiento.
La propuesta micro es llegar a los pequeños, trasmitirles la cosmovisión mapuche a través de este método de reencuentro con la tierra que pisan, el aire que respiran; en definitiva, la vida de la que se alimentan, siendo el puente conector el canto en mapudungun. Mientras que el efecto macro es la continuidad, memoria, aplicación y valoración del mensaje en un sentido sensible artístico y un sentido concreto que les concede el empoderamiento para sentirse capaces de ser sujetos de cambio. Esto, a su vez, representa los cimientos para desarrollar dicho método de tal forma que se masifique y llegue a la mayor cantidad de niños posible. En este punto considero fundamental que las herramientas con las que combatimos lo que nos oprime sean precisamente a nuestra manera y desde nuestros conceptos. Aquel “poder”, que en su definición se limita a jerarquía de unos sobre otros, queremos entenderlo desde su concepción pura. “Poder es un verbo”, desde allí creo “poder” llevar este canto a los niños, “poder” sembrar autoconocimiento y empatía con nuestra Mapu Ñuke, “poder” desarrollar un método educativo, “poder” hablarlo, cantarlo, vivirlo, y “poder” salvar la cultura mapuche y el mapudungun.
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Fentepuy. Rume ayüwkülen fachi nütram mew. Eymün kay, chem piy ta mün rakizuam? Petu ta ñi feypinun pewkalleael, elkünuan tüfachi ülkantun Mapuche Llellipun pingelu.
Lemoria kom.